25 abril 2008

Cualquier parecido con la realidad...¿pura coincidencia?


He aquí una serie que para mí se ha convertido en un referente de toda la mierda que mueve la prensa del corazón y cómo hacen para conseguir sus propias noticias.
Cierto es que nada es lo que parece, pero me cuesta creer que la mayoría de "chismosos" estén en el sitio adecuado y en el momento preciso para hacer la foto y captar la conversación. Todo ello se justificaría si uno persiguiera con ahínco a alguien para ver cuándo da el traspiés. ¿Será hoy? ¿Dentro de una semana? ¿Quizás más tarde? ¿Acaso nunca?

Courtney Cox y su marido han llevado a cabo el retrato de una periodista de este mundo: Lucy Spiller, ¿trasunto real de alguna editora de cualquier tabloide de similar calaña?

"Los famosos están ahí fuera. Ellos solos no se van a joder la vida, necesitan de nuestra ayuda para ello". Así pide Lucy sus historias, hacer lo imposible: chantajear, extorsionar, presionar, perseguir, pactar, ofrecer tratos...todo se justifica, excepto asesinar (eso que lo hagan otros).

Importa destacar que el único vínculo leal, que nace de la sinceridad de Lucy, es Don, su fiel paparazzi, con el que lleva años trabajando y al que cuida y ayuda con sus crisis de esquizofrenia que hábilmente salpican toda la trama.
Sin duda, aparte de la implacable autoridad con la que Cox se mete en la piel de Lucy Spiller, el de Ian Hart es el personaje que goza de mayor interés. Le suceden cosas, provoca enredos, tensión, emoción...todo por la portada.

Llama la atención el hecho de que la serie haya sido recibida con tanta frialdad y se le haya hecho poco caso por parte de los medios. Aborda sexo de toda índole, drogas, secretos que Hollywood no perdona...algo en lo que la prensa está muy dibujada y totalmente implicada. ¿Quizás estamos ante ese tópico del cazador cazado? ¿Es acaso la realidad demasiado parecida a esta "ficción"?

El caso es que ya hay una segunda temporada. No sabremos si despegará definitivamente, pero el caso es que Mónica Geller es ya historia. ¡Bienvenida, Lucy! Nos haces ver que la frivolidad es tan tediosa y nociva que se disipa cualquier atisbo de envidia sobre la vida de una "star" de la meca del cine.