27 octubre 2007

Ese abismo que es el desierto


Amos Oz es un escritor israelí de plena actualidad. La razón es que hace unos meses se dio a conocer su reconocimiento dentro del apartado de las letras como uno de los premiados en el Prícipe de Asturias. Por poco no se hace con el Nobel de Literatura a la misma vez (que este año ha recaido en Doris Lessing).

Terminé hace unas semanas el libro "No digas noche". La sencillez de su narración no concuerda con la complejidad de los sentimientos que invaden a los personajes que por ellas desfilan.
Oz despliega un soberbio dominio de la narración, de esa técnica con la que intercala acciones y reacciones por parte de dos personajes que iniciaron una andadura vital conjunta -teniendo muchas cosas en común y compatibles- hasta descubrir esos mismos puntos como un desencuentro.
Es extraño cómo los puntos expresados sobre una misma situación que poco a poco divergen hasta hacer que lo que antes partía de un mismo tronco, símbolo de dos personas en perfecta comunión, llegan a convertirse en tramas ajenas la una a la otra.

Amos Oz platea un libro sencillo y complejo, aunque por encima de todo imprescindible. Al final uno comprende que los sentimientos y las batallas que emprendemos a favor o en contra de ellos son las más duras. Pase lo que pase al final de su lectura, uno siempre entiende que ha merecido la pena atravesar esa historia. Las cosas son complicadas siempre. ¿O tan fáciles que nos resistimos a asumirlo?