30 agosto 2007


Orhan Pamuk es uno de esos autores de los que poco advertirías si no le hubiesen dado el Premio Nobel de Literatura 2006. He de decir que ante la presentación de sus obras uno se siente un poco indiferente. He visto cantidad de veces libros suyos en estanterías y en mesas de todas las librerías, pero nunca me había atrevido a elegir una de sus obras y no tenía claro por qué debería darle una oportunidad. Sin embargo, a pesar de tener Estambul hasta en la sopa me animé, más movido por mi curiosidad de poder decir algo de este autor que por el hecho de leerlo en sí por interés literario. Lo conseguí y tras estudiar detenidamente el libro por el que debía empezar. Elegí El Castillo Blanco. Algo raro en mí es que no leí el texto de la contracubierta, por tanto sabía más bien poco de lo que trataba el libro, hecho que me incitó a enfrentarme a este turco de la manera más limpia que conozco.

La entrada en la historia es rápida y recurre al método (tan cervantino) del manuscrito encontrado, a quien rinde tributo en el primer y último capítulo del libro. Alguien encuentra un manuscrito de una historia que él va a contar porque le ha encantado. Se nos presenta como un transmisor de esa historia.

Los hechos comienzan con el abordaje de un barco turco sobre una embarcación italiana. Los marineros italianos son apresados y llevados como rehenes. Algunos serán vendidos como esclavos, otros ejecutados.
Es así como se empieza a cuajar una relación entre un reo y el Maestro, un hombre de ciencias que aspira a conocer más. Toma al esclavo italiano como elemento que establezca un nexo de unión entre él y esa cultura occidental, completamente diferente y de la que pretende sacar toda la información posible de ciencia, literatura, cultura, sociedad, formas de vida...En definitiva un pozo de sabiduría del que beber.

El Castillo Blanco recrea esta relación durante 20 años, un tiempo en el que el italiano desea volver a casa como si nada hubiese pasado (donde le esperan sus padres, amigos y su prometida). Por otro lado está el Maestro, a quien está manumitido como esclavo, que no lo dejará marchar de ninguna manera (su tarea aún no ha acabado).

Apoyándose en esa división dual tan de Italo Calvino, Pamuk refleja esos lados de los personajes, las dos cosas entre las que se debaten, los deseos encontrados y la realidad que los abate. Lo buenos o inteligentes (ellos, según el Maestro) y los estúpidos (el resto). A través de los diálogos y las diferentes situaciones a las que tienen que hacer frente los personajes en la novela vemos cómo se gesta una relación de odio y desprecio entre ambos personajes, pero que al final acaban por ser completamente dependientes. Las formas han de cuidarse y cualquier sublevación por parte del esclavo será severamente castigada. Hay que mirar por la propia vida, de modo que el saber cómo decir las cosas (animar, desanimar, herir...) es crucial y aquí es donde nos adentramos en el reino de la sutileza (la cual acaba cuando conocemos el fluir de los pensamenientos verdaderos del esclavo-narrador).
Acaban por ser satélites el uno para el otro, complementos fundamentales de su realidad y su razón de ser.

Pamuk rinde un maravilloso tributo al arte de contar historias, a la desmedida pasión por fabular e inventar...Hasta un punto en que sus personajes llegan en ocasiones a confundir la realidad y la ficción (como D. Quijote), las experiencias vividas con las inventadas...llegando a mezclar lo que cuenta el otro como algo propio hasta llegar a un cúmulo de informaciones que desembocan una usurpación de algo esencial en las personas: su identidad. Juego muy muy complicado con una apariencia muy simple.

Todo un regalo de pura literatura para disfrutar desde el principio. Tiene algo malo: se acaba.
Pd.: Dando vueltas a este asunto, estos días me dedico a escrutar mi vida y las cosas que pueden configurar mi identidad. ¿Alguien tiene alguna idea de los elementos que configuran la identidad de una persona? (Te rogaría que, si has llegado a leer hasta el final de esta reseña, me ayudes a responderme. Gracias.)