13 agosto 2007

Todo lo que Melissa Hindell puede desear

El sábado decidí dar una vuelta por uno de mis rincones favoritos de la ciudad, el Monasterio de Santa María de las Cuevas, en la Cartuja, que desde hace años alberga lo que es el CAAC (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo).

Aparte de la programación de películas y conciertos que tienen en verano (algo de lo más refrescante gracias a Nocturama) tienen una exposición de lo más interesante: Bios 4, Arte biotecnológico y ambiental.

El inicio del recorrido de las galerías recoge una serie de videocreaciones de danza de diferentes artistas (Ver Bailar. Diálogo entre la danza y las bellas artes). Es interesante, pero el visitante se topa con tanto televisor, tanto plasma, tanta música, tanto ruido de ensayo... que abrumarse es lo mínimo que uno puede hacer.

Personalmente creo que lo más interesante es la colección de fotos que acompañan a algunas de videocreaciones, incluso una tarima en la que mediante un bolso de escuela o unos simples rotuladores indelebles se insta al espectador a que "interactúe" con la obra. Las fotos más interesantes para mí fueron las de Rebecca Horn (¡Hechas en 1970!!!). Tienen un formato grande y juegan con la ventaja de estar tiradas en blanco y negro.

Merece la pena esperar hasta llegar al segundo tramo de galerías, que acoge a Bios 4. De entrada me parece total el hecho de que las obras se exhiban en las antiguas celdas de los cartujos, aunque desdibujadas, aún quedan vestigios de lo que un día fue (por más que el tiempo haya pasado y la antigua fábrica de loza que más tarde allí se instaló haya modificado partes fundamentales de un monasterio).

En esta exposición se acerca al visitante el arte biotecnológico o bioarte que, como se dice en el folleto, "hunde sus raíces en el Body Art de los años 60 y 70 dejando que la materia prima de la expresión artística sea la vida o sus materiales originarios: genes, tejidos fragmentarios, órganos u organismos desarrollados, o bien la materia viva virtual, simulacros digitales del ADN, de las proteínas, o incluso el resultado del cruce entre estas dos realidades".

Merece la pena visitarla, revisitarla y volver a visitarla. Realmente interesante y muy divertida. Sales con buena cara al ver algo chulo.

Al contemplar la obra de BILL VORN no pude evitar acordarme de Melissa Hindell. Apuesto a que mataría por una instalación como ésta:



No sé si Lidia es consciente de todo esto. Ojalá anime nuevamente a nuestra querida pintora y ceda a alguna de las peticiones de la excéntrica galerista.