04 agosto 2010

ESTAMBUL. Los ojos de Orhan Pamuk.

Como labor de entrenamiento para el viaje a Estambul leí la obra homónima de Orhan Pamuk. Pensé que iba a hacer una guía de los lugares más reseñables de la ciudad y podría conocer la ciudad desde las entrañas. En realidad lo que el autor desgrana a lo largo de las más de cuatrocientas páginas es su infancia, cómo vivía su familia en el edificio Pamuk, cómo creció y evolucionó, dónde estudió, cómo vivió su primer amor y paralelo a su evolución vital expone el cambio de esa ciudad, desde su fisonomía hasta su carácter (dónde sitúa él su origen y en quién se ha convertido Estambul).

Aparte de proporcionar un mayor conocimiento de datos históricos que propiciaron diferentes cambios en la ciudad y la historia de Estambul, nos hace bucear en un mar de sensaciones, recuerdos, impresiones y opiniones de su autor.

Uno de los pasajes que más me llamó la atención fue el hecho de que el canal del Bósforo hubiera asistido a numerosos choques de cargueros de armas, petróleo. etc.. accidentes que hicieron que las numerosas casitas y grandes mansiones de madera que poblaban las orillas del Cuerno de Oro desde el Siglo XIX empezaron a desaparecer pasto de las llamas. Cuenta Pamuk que cuando era adolescente y algún barco estallaba en llamas despidiendo planchas de acero incendiadas hacia las márgenes del canal provocando grandiosos incendios, muchos de sus amigos se avisaban en cadena para acercarse a algunos de las colinas cercanas al barrio de Taksim o el palacio de Dolmabahce para contemplar el terrible espectáculo que precedía a la ruina.

Motivado por este hecho me decidí a poner atención en buscar alguna de esas casitas. Sólo encontré una. Si no fuera porque yo aparezco junto a la casita, la pondría, pero el pudor me obliga a no colgarla. Algún día la dejaré como rastro.