A pesar de la temática adolescente, Ghost World no es otra peli acerca de las crisis hormonales que provoca la pubertad. Enid (Thora Birch) y Rebeca (Scarlet Johansson) viven al margen de convenciones y tópicos de teenagers americanos. Una pequeña muestra es la actitud de ambas chicas durante la fiesta de graduación.
Mientras a Rebeca le impulsa el deseo de independizarse y flirtear con una vida entre lo convencional y lo independiente, basada en un trabajo basura que le permita vivir a su aire; Enid ocupa su tiempo con Seymour (Steve Buscemi), un extraño coleccionista de vinilos antiguos y empleado de una empresa de comida rápida que le proporciona un entretenimiento más en su verano. El nexo de unión entre ambos personajes, con una —a priori— insalvable falla generacional que les distancia, son músicos como Vince Giordano, Lionel Belasco o Mohammed Rafi que aderezan esos momentos en que Enid se para a pensar, divagar y, por fin, se decide actuar.
Ghost World es la adaptación cinematográfica de una maravillosa novela gráfica de Daniel Clowes, maestro a la hora de plasmar la secuenciación de las acciones y cuidar al detalle el desarrollo de su historia. Una novela gráfica se basa en eso, en que el lector se hace rápidamente con la dinámica de la lectura del propio texto y de la secuenciación de las imágenes a las que acompaña. Es como si aprendiéramos a leer de nuevo, de izquierda a derecha, pero no sólo palabras, sino también imágenes. Eso mismo queda reflejado en el film a través de una dirección y un guión basados férreamente en el cómic, siendo así fiel al espíritu de la obra.
Definitivamente los actores comprendieron y cumplieron su misión. Mención especial merecen Thora Birch y Steve Buscemi, así como Illeana Douglas en el papel de una excéntrica profesora de arte. De igual manera es reseñable una correcta Scarlett Johansson en uno de sus pasos previos al cine genuinamente blockbuster. El director (Terry Zwigoff) de la versión cinematográfica del cómic de Clowes, tras muchos documentales, se lanzó con esta película a dirigir largometrajes tras haber rechazado propuestas muy holliwood como Las vírgenes suicidas.
Una estética abrasadoramente independiente y un talante envidiable que dejan claro que aquellos que no se pueden relacionar con el 99% de la población, bien por su sociopatía o por abruptas diferencias, también tienen las mismas inseguridades y dilemas que el resto.
Gafas de pasta a go-go, entre el marrón más gastado y el rojo más putón, entre lo inexpresivo y lo transparente, entre la pose y la actitud…Todos los personajes configuran esa galería de contrastes que al final te hace sentir menos solo y dibuja una inabarcable sonrisa.
Decididamente una película que deja con ganas de más. Con situaciones que nacen de esa certeza tan optimista que es la adolescencia y que se ven dinamitadas por el deseo de los propios adolescentes por salir de esa etapa a toda mecha.
…tal vez una película sólo apta para curiosos receptivos y modernos impenitentes…
Mientras a Rebeca le impulsa el deseo de independizarse y flirtear con una vida entre lo convencional y lo independiente, basada en un trabajo basura que le permita vivir a su aire; Enid ocupa su tiempo con Seymour (Steve Buscemi), un extraño coleccionista de vinilos antiguos y empleado de una empresa de comida rápida que le proporciona un entretenimiento más en su verano. El nexo de unión entre ambos personajes, con una —a priori— insalvable falla generacional que les distancia, son músicos como Vince Giordano, Lionel Belasco o Mohammed Rafi que aderezan esos momentos en que Enid se para a pensar, divagar y, por fin, se decide actuar.
Ghost World es la adaptación cinematográfica de una maravillosa novela gráfica de Daniel Clowes, maestro a la hora de plasmar la secuenciación de las acciones y cuidar al detalle el desarrollo de su historia. Una novela gráfica se basa en eso, en que el lector se hace rápidamente con la dinámica de la lectura del propio texto y de la secuenciación de las imágenes a las que acompaña. Es como si aprendiéramos a leer de nuevo, de izquierda a derecha, pero no sólo palabras, sino también imágenes. Eso mismo queda reflejado en el film a través de una dirección y un guión basados férreamente en el cómic, siendo así fiel al espíritu de la obra.
Definitivamente los actores comprendieron y cumplieron su misión. Mención especial merecen Thora Birch y Steve Buscemi, así como Illeana Douglas en el papel de una excéntrica profesora de arte. De igual manera es reseñable una correcta Scarlett Johansson en uno de sus pasos previos al cine genuinamente blockbuster. El director (Terry Zwigoff) de la versión cinematográfica del cómic de Clowes, tras muchos documentales, se lanzó con esta película a dirigir largometrajes tras haber rechazado propuestas muy holliwood como Las vírgenes suicidas.
Una estética abrasadoramente independiente y un talante envidiable que dejan claro que aquellos que no se pueden relacionar con el 99% de la población, bien por su sociopatía o por abruptas diferencias, también tienen las mismas inseguridades y dilemas que el resto.
Gafas de pasta a go-go, entre el marrón más gastado y el rojo más putón, entre lo inexpresivo y lo transparente, entre la pose y la actitud…Todos los personajes configuran esa galería de contrastes que al final te hace sentir menos solo y dibuja una inabarcable sonrisa.
Decididamente una película que deja con ganas de más. Con situaciones que nacen de esa certeza tan optimista que es la adolescencia y que se ven dinamitadas por el deseo de los propios adolescentes por salir de esa etapa a toda mecha.
…tal vez una película sólo apta para curiosos receptivos y modernos impenitentes…