22 noviembre 2006

El Cofre de los 100 Tesoros

Matilde Asensi, autora de libros tan celebrados como El origen perdido o El último Catón, publica su nueva novela, Todo bajo el cielo, perfilándose como una magistral contadora de travesías llenas de aventuras creíbles y poderosas historias que nos acercan a realidades histórico-culturales muy distantes en el espacio y en el tiempo.

En Todo bajo el cielo, su última novela y la gran apuesta de Planeta esta temporada, Asensi nos traslada a la China de principios de siglo XX, haciéndonos bucear en las entrañas de este particularísimo país y su golosa cultura y filosofía.
La historia da comienzo cuando la protagonista, Elvira, una pintora española afincada en un París que bulle con la eclosión y desarrollo de las vanguardias, en especial las pictóricas, recibe la noticia de que su marido, un comerciante de seda francés, ha muerto en Shangai a manos de unos maleantes callejeros. Este punto de arranque sirve a la autora para desplazar el escenario de su narración y de sus personajes, y así profundizar tanto en el conocimiento de la personalidad e historia íntima de su protagonista, como en el de la cultura china y en el de los personajes que se cruzan en el deambular de Elvira por oriente.

Asistimos a la llegada de Elvira con su sobrina Fernanda a Shangai y su progresivo derrumbe emocional ante la ruina económica que su marido le deja como herencia. Casi sin quererlo descubre que la muerte de su marido no ha sido algo precisamente azaroso. Éste es el cabo de la madeja del que la pintora empieza a tirar y sirve, al mismo tiempo, para introducirnos de lleno en una apasionante aventura y una interesantísima cultura, representada y explicada con detalles curiosísimos, pero destacados de una manera tan certera que muy pocos autores alcanzan a conseguir en sus obras.

Asensi demuestra en Todo bajo el cielo un absoluto dominio del ritmo narrativo, sobresale su maestría a la hora de dosificar la información al lector. Parece como si la autora calibrara perfectamente el momento en que el lector se pregunta algo, para en ocasiones responderlo y en otras demorarlo hasta que la historia desee descubrirlo por sí misma.

La alicantina, al igual que ya hiciera en anteriores novelas como El salón de ámbar, que nos traslada a la Alemania nazi, o Iacobus, que llegaba hasta el Vaticano, de una manera natural, ágil y absolutamente justificada dentro de su historia, hace alarde de un don a todas luces apreciable, la oportunísima descripción. Justamente esto ocurre en la novela que nos ocupa, Todo bajo el cielo, que nos acerca de un modo sigiloso a un país remoto, pero con tan buena fortuna que el lector se ve rápidamente atrapado por una historia como la que nos presenta, bien documentada, intrigante y, tras cuya lectura, China nos queda un poco más cerca.