30 julio 2007

MI CANALLA FAVORITO


Una de mis asignaturas pendientes fue conocer a Robert Mapplethorpe. Me lo mencionaron hace mucho tiempo y la biografía de Patricia Morrisroe la he tenido permanentemente en la lista de libros pendientes.

Finalmente lo hice y hubo momentos de verdadera incredulidad ante lo que leía. Es muy curioso como cuando te acercas a un artista (fotógrafo, pintor, escritor, cantante...) desde su obra las cosas se perciben de manera muy distinta a cuando lo haces desde su biografía. Llegué a un punto en que pensé que debería estar prohibido escribir sobre una persona todo lo que ha hecho en su vida...pero lo cierto es que al final entendí que Mapplethorpe estaría muy felíz de que se hablase de él de esa manera (o de cualquier otra con tal de que se hablase).

Me sorprende cómo un artista, alguien que ama su profesión y cree en lo que hace (supuestamente de manera desinteresada) busca la fama y el reconocimiento de manera DESESPERADA. Es más, llega un momento en que alcanzado el RECONOCIMIENTO no crea a no ser que haya una suculenta suma de dinero de por medio. Claro está que todo esto podría tener una lectura psicológica muy previsible. Podríamos hablar de carencias en su infancia, traumas infantiles, fallas en su educación...obsesiones que si te pones a rascar en la epidermis de la psicología de una persona seguro que encuentras el por qué de ciertas actitudes y deseos.

Sin embarbo Robert surgió de una familia humilde, de un barrio obrero, con una férrea educación católica y una vida que responde perfectamente a la cuadrícula que instauran los padres. Gente corriente que ve cómo su hijo hace justo lo que se espera de él. Imitaba a su hermano mayor, negaba su sexualidad y podía hacer cantidad de cosas más salvajes con tal de ocultarse tras una espesa cortina de humo con hechos absurdos.

Pero Nueva York deparaba muchas cosas para alguien con tantos secretos y una personalidad harto adictiva. Se convirtió en el blanco perfecto del mundo más salvaje. Entroncó con la gente más "in", con ricos y aristócratas, con lo más granado del panorama de la clase alta. Le llevó su tiempo, pero consiguió hasta tener un "mecenas". Deseó todo lo que no tuvo (una clase alta) y rompió con su pasado (lo que hacía peligrar su cada vez más cercano "nuevo estatus").

Todo ello no habría sido posible si Patti Smith no lo hubiese acompañado en ese camino. Ambos deseaban la fama por encima de todo. Estaban segurísimos de conseguir lo que se propusieran. En gran medida lo hicieron, especialmente Patti -que obtuvo reconocimiento antes que Robert- pero que según éste no estuvo a la altura (¿se cansó? ¿se perdió?) de la personalidad que requería dicha fama.

Un disco de debut (con portada de Robert) con éxito fulminante. Un segundo trabajo discográfico en el que se pasó de lista y la masacraron. Un tercer album sin pena ni gloria...y el cuarto, que le devolvió todo lo que perdió (Mapplethorpe haciendo la portada incluido) con el que decidió hacer un parón.

La parte más desagradable de todo ello es que reparas en que el talento de la gente (por abultado que éste sea) NUNCA es suficiente. Hay que querer llegar a ser alguien, hay que desear con todas tus fuerzas la fama y hay que aceptar el peaje que has de pagar por ese idilio con ella.

En este sentido Robert estuvo mucho más dispuesto que su "pareja artística", la Smith, cuya fama se la comió. Mapplethorpe, por su parte, seguía creando con la estrategia en su mente, exposiciones paralelas, temáticas distintas, simetrías de lo más viscerales -que diría Winterson- con todo ese entramado de personajes a los que bailaba el agua con tal de que lo mantuvieran, lo apoyaran, lo empujaran, hablaran de él y lo ayudaran a medrar.

Robert era un trepa, con talento, pero un trepa.

Un fotógrafo, pero un gran fotógrafo.

La conclusión que saqué fue algo como "¡Qué horror, todo el que triunfa es un trepa!". ¿A ésto se le llama envidia? ¿La fama es algo deseado por todos? ¿Alguien enferma de fama?

Las fotos de este "bandolero" de la fotografía me han robado algo y todavía no sé qué es. Debo madurar esta idea y comentarla con la bruja pecosa del norte (si coge el teléfono).

A pesar de todo lo dicho, o quizás precisamente por todo lo mencionado en el post, Robert Mapplethorpe es digno de ser mirado, observado, admirado, detestado, juzgado...y amado.