16 junio 2009

La soledad de los números primos

Reconozco que a la hora de elegir un libro últimamente la cosa me va fatal. Un antiguo compañero de trabajo me habló de La soledad de los números primos, sin mucha emoción, pero consciente de que al final podía arrojar una luz a mi época más árida en años.
Tras una racha en la que la lectura ha sido ciertamente errática y he estado saturado por otros menesteres y neuras, he conseguido encontrar un libro que me haya dejado KO. Una historia que me ha dado de bruces con una realidad que (¡a mi edad!) no me apetecía mucho ver (y menos entender).
De entrada, que un físico a los 26 años (el autor) con su primera novela haya conseguido un clamoroso éxito en ventas y el favor de la crítica con esta obra, no prometía mucho. A su favor estaba que Salamandra hubiera apostado por esta obra en su catálogo.

Desde el título ya se evidencia el tema: la soledad. La simbología alude de una manera perfecta (aunque fueras malo en matemáticas) a lo que los matemáticos llaman "números primos gemelos": parejas de números primos que están juntos, o mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un número par que impide que se toquen de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43.

Algo así sucede con los protagonistas de esta historia. A Mattia lo atormenta un trauma de la infancia, una acción comprensible en un niño, pero no por ello menos perversa, egoísta, grotesca...que le acompañará siempre. A Alice su manera de relacionarse con los demás, el tormento de no encajar, de estar en un sitio en el que es imposible que aflore el sentimiento de pertenencia a un grupo, a una familia, a una raíz. Ambos crean un universo personal, ocupando un lugar inconcreto entre el cero y el infinito, la posición de un número primo (entre ambos gemelos) y condenados a estar separados por un número par.

Tristemente lo que se establece entre ambos es un amor grande, romántico, honesto...pero en soledad, regado por un sentimiento de impotencia y destrucción que el cianuro de la incomunicación provoca en sus vidas.

Una manera directa y precisa de narrar una de las historias de amor más descorazonadoras del mundo, más reales y evidentes que nos hacen reconocer nuestras flaquezas, lo efímero de lo que poseemos y capaz de hacer que afloren los fantasmas de un fracaso anunciado (nunca tocarse).
Se puede interpretar como algo muy romántico y realmente grandioso, pero al mismo tiempo indescriptiblemente cruel y despiadado. La soledad era esto.

"Las decisiones más importantes de la vida se toman en segundos. Desafortunadamente sus consecuencias las padeceremos de por vida".