12 marzo 2007

Houston está en Texas

Cruzando el paraíso es un libro que llevaba mucho tiempo en mi mesita de noche esperando su turno. Deseaba leerlo y ya he terminado con las historias que me había propuesto abordar.

Ahora no sé qué historia elegir como la mejor o la que puedo destacar más. Sam Shepard no es un autor al uso. Pertenece a ese selecto grupo que, siendo un actor de reconocido prestigio, hace equilibrismo entre la mentalidad y temática más americana (peligrosamente repetitiva) y la diversidad que le aporta todo su interés. Sin embargo ese interés tiene focos muy concretos: Latinoamérica, frontera mexicana y García Márquez y algún que otro narrador sudamericano.

Shepard es un tipo que, como Tim Robbins o Robert Redford, se pasean alegremente por el lado más crítico de la sociedad americana desde el propio centro de dicha sociedad. Tiene fama de ser muy comprometido y se ha dicho de él (fíjate tú) que es el nuevo Tenesse Williams (por sus más de 40 obras de teatro escritas y llevadas a escena).
Punto a su favor es que no hace tantas alharacas a la hora de manifestarse ni se crea su propio festivalito (como Redford) ni va de estrellón. Además, seamos francos, el hecho de que esté casado con Jessica Lange deja entrever a un hombre verdaderamente interesante.

No discuto su talento, pero entre tanta perla se pueden también encontrar pegas. Las historias que configuran Cruzando el Paraíso resultan en ocasiones tan localista (mid-west) e insistentes en temas muy recurrentes que sientes que la lectura resulta muy estática.


Dado que Sam Shepard es actor, y se le presupone cierta mano izquierda para escoger sus papeles, no me cuadra muy bien aquello de por qué el ritmo de su relato está como relegado a algo casi inexistente. Creo que ésta es la razón por la que me parece que podría imprimir más ritmo a sus historias, sólo un poquito más.


Este libro merece la pena, pero si no te interesa el mid-west o estás en otros menesteres más jugosos, pasa de Shepard. Vale que es un buen autor y el tío se lo curra, pero no te pierdes nada del otro mundo.