29 enero 2007
Bienvenido a la República Independiente de tu Vida
26 enero 2007
Hoy por una vez...
y me arriesgaré a que tú no me entiendas.
Pero ahí estaré, no pienso decaer.
Lloraré y montaré una escena aunque me digas que doy pena.
[...]
Ésto ya no es lo que era,Corazón
Tras un tiempo dando vueltas sobre qué decir acerca de estos dos grupos y cómo enfocar esta comparación, me atrevo a publicar este post. Ambos me gustan mucho. De un lado está Corazóny de otro Mirafiori. Sé que esta comparación puede resultarle injusta a mucha gente, pero es que todo ha surgido a raíz de un comentario que escuché. Es cierto que son dos grupos al que se le pueden encontrar características muy parecidas, pero creo que tantas como las que los diferencian. Si empezamos por Corazón, que ya adelantaron con un ep (Garabatos) lo que podía significar la historia de de Nando y Carlos. Ese adelanto tuvo una manifestación mucho más tangible en “Electrocardiograma” (2005) que elefant sacó con gran gusto. Dentro de este mosaico que componen asistimos a retahíla de piezas que van engarzándose con gran facilidad, sin ningún bache. De esa facilidad para hilvanar tema tras tema se desprende una simplicidad que nos trae a la memoria momentos muy concretos de cualquier situación vivida.
“Melodrama” es un disco que empieza por ponernos en órbita con Radio Corazón (102.5 fm), un tema que empieza con la búsqueda en el dial de algo que nos interese escuchar. Irrumpe finalmente este tema…y con él su música y su letra:
“Y así pasarán los días, seguiremos emitiendo, permaneceremos en sintonía, nos seguiremos queriendo.”
No quiero cambiar aparece como una declaración de principios. Si la que abre el disco supone la puerta de entrada a un mundo mágico y particular, la que ahora menciono supone la demarcación de una actitud:
“Y no, no quiero cambiar, que cambien todos los demás. Me gusto tal y como soy, no lo puedo remediar.”
Padova es para mí la joya más preciada que esconde este disco. Te llena de recuerdos y te hace reparar en que la importancia reside en los gestos pequeños, los que te llegan y casi sin querer vas a recordar. Siempre he estado muy a favor de este tipo de canciones. No mucha complicación. Letra discreta y coqueta. Voz y mucho coro. Invita a recordar expectativas y esas búsquedas en la que no damos tregua al cansancio, porque siempre tenemos claro que lo bueno es seguir y no cejar en el empeño. La extraña sensación es que cuando la escuché la sentí como una especie de guiño a un pasado que antes sentía cerca, pero si lo pienso, se va alejando...y (es la primera vez que comento esto y detesto admitirlo) supongo que debe ser que crecemos y vamos contando con más años a nuestras espaldas.
María del mar nos trae esas clases, esa pereza por ir, por levantarte rutinariamente cuando, en realidad, si te dieran a elegir podrías dar cientos de cosas mejores que hacer y, particularmente, lo fácil que es recordar a algún compañero de pupitre.
Sin embargo, Mirafiori es un grupo de los que muchos opinan que “si te gusta Corazón, Mirafiori son lo tuyo”. No sé, he escuchado y leído esta comparación y no estoy de acuerdo con ella. Creo que se parecen, en el tipo de grupo independiente, con temática cotidiana, realmente costumbrista…
En gran medida Corazón son todo eso, pero no como para decir que son iguales o van de lo mismo. El elemento que más los distingue es que la voz de Carlos y Nando son más joviales. Algo que es de agradecer, y más teniendo en cuenta que su disco “Melodrama” aborda temáticas vinculadas al desamor, las malas pasadas, las rarezas, la sensación de que te miren como un bicho raro, etc…La firme convicción y aceptación de la diferencia te puede conceder algo que no siempre uno tiene y requiere tiempo ganar: seguridad. Mirafiori tira más por el terreno de la ensoñación, la voz cantante es más sugerente y acaricia, por ello se te puede agarrar más alguna canción (como Recuerdos en el lago articial, Agujeros en la arena o El lenguaje de las flores). Es como la banda sonora de una escapada de la que no quieres que termine el trayecto. En la escapada que ofrecen en "No podemos volver a casa" el destino no es lo importante, sino el tiempo en llegar del origen al destino. Esa escapada conecta con el título del álbum (“No podemos volver a casa”, 2006) y es que hay veces que sales de casa y no pasa nada. Otras, en cambio, sales y en el camino de regreso entiendes que no puedes volver. Tal vez uno no sepa expresar por qué, pero algo cambia y cuando cambia...
Como decía al principio, esta comparativa surge de una opinión que escuché, una actitud muy reduccionista al conectar dos grupos tan semejantes (¿?) como diferentes (¿?).
Me encantaría que alguien, si los ha escuchado, opinara acerca de ambos y arrojara un poco de luz sobre una opinión que, no es que me importe demasiado, pero me da que pensar.
Pd.: Pienso en muchas cosas, pero esta vez me ha dado por ésta.
Sabes que soy así
que nunca fui romántico
pero alguna vez lloré
más de una lágrima
y ahora no sé distinguir
ni el frío ni el calor
trata de imaginar
piensa lo triste que es
sentir cada sensación
más debil que la anterior.
[...]
Recuerdos del lago artificial, Mirafiori.
23 enero 2007
20 de Enero
17 enero 2007
¡David, cariño! ¿Quieres jugar con tu almohada?
Para darnos este paseo por tan entrañable localidad el autor se vale un buen surtido de personajes que serán los que hagan de hilo conductor en la presentación del lugar y sus gentes. No hay un narrador encargado de marcar el caríz de la narración ni mediatice la visión sobre las criaturas que el artista presenta. Están, hacen, actúan...en definitiva SON frente al receptor que lee e inspecciona lo que tiene delante. Una voz propia que caracteriza al personaje, para ser juzgado (en última instancia y sólo si procede) por el lector.
La nueva entrega de este creador se asemeja así a un bonito cuadro de costumbres, absolutamente americano, "idealizado" (¿?), pero dejando entrever de con gran sutileza cierta mala uva e ironía en el comportamiento de sus protagonistas. Lo interesante es lo fácil que resulta extrapolar lo que vemos en las viñetas a lo que vivimos en nuestro día a día.
Dos poetas locales (poeta y poetisa) enfrentados, una pija de la gran ciudad (Vida) con veleidades de escritora, un niño de entre 6 y 8 años que habla como un congresista de 52, un macarra abusón, un tal David Goldberg…y una galería de personajes de toda índole y pelaje que enriquecen constantemente una particularísima visión sobre esta fauna-collage que somos la sociedad y quienes, de alguna manera, la hacemos posible.
Eso es Ice Haven, una recreación un todo a través de algunas de las partes que lo configuran.
Las historias no siguen una linealidad temporal ni se dividen por capítulos perfectamente separados. Las historias comienzan, se desarrollan sucintamente y se detienen en un punto concreto; Una historia se interrumpe y continúa con la siguiente. El resultado es muy efectivo: a la par que concede simulteniedad a las acciones que se suceden, deja el devenir temporal en suspenso, como si fuera algo que realmente no importa para conocer a esos ejemplares que Clowes nos presenta.
Lo positivo que yo veo en este tipo de conexión y alternacia de situaciones es que encuentran un nexo común en el pueblo, Ice Haven, que en resumidas cuentas supone la razón de ser de lo que cuenta. A través del periplo de los personajes descubrimos el pasado remoto de Ice Haven, su fundación como pueblo, su monumento emblemático…
El cómic en cuestión ha sido valorado por los que saben de todo este asundo como uno de los mejores de 2006. Yo la veo como una obra absolutamente recomendable que se aleja de esa progresión argumental y pictográfica tan lineal de Ghost World o Daniel Boring. En esta ocasión hay más saltos debido a que el tiempo y su fluir no condicionan la historia (o al menos no son un elemento determinante). Por ello se podría conectar con la estructura de ¡Pussey!, pero sin un protagonista definido.
Espero que si no lo conoces, te atrevas. Verás cómo disfrutas...
Usted no es ciudadano americano
En mi último viaje de vuelta a casa en esas –ya pasadas– fechas tan entrañables entré por casualidad en una tienda de la estación de trenes. En una caja de cartón se apilaban sin ningún orden numerosos deuvedés de calidad irregular.
Algunos eran realmente terribles, como los que contenían técnicas de relajación extraídas de la filosofía feng sui, algunos de western serie B, varios de Babe, el cerdito valiente…y entre esa pila de entrañables despojos asomaba una foto de Frank Sinatra en sus tiempos mozos. La película en cuestión es Repentinamente (también se encuentra como “De repente”, del original en inglés “Suddenly”).
Una tarde en la que no había mucho que hacer en casa me decidí a verla. Cierto es que por 1.95 € uno no puede esperar que lo que le hayan vendido sea gran cosa, pero ahí estaba yo, a solas con Franky interpretando a un bandido al que han contratado para matar al mismísimo Presidente de los EE.UU.
Una instantánea agitación.
Calma aparente.
…
En la estación de esta hermosa localidad va a parar el tren en el que viaja el Presidente, el cual se bajará y retomará su viaje en un coche oficial. Es sorprendente cómo se oculta la información a los habitantes del pueblo y pero sorprende aún más el cómo reaccionan cuando conocen la información: que el mismísimo presidente de la nación va a poner su lindo pié en esa tierra. Fluye entonces la vena yankee más patriótica.
Uno asiste a esa reacción muy muy natural para ellos. Creer firmemente en algo sin plantearse una duda o cuestión acerca de ello, pues eso sería un síntoma de desunión.
La llegada del presidente se toma en Repentinamente como un hecho realmente histórico y algo que, con el pasar de los días en el pequeño pueblo será rememorado.
Sin embargo, me da por pensar cómo se podría plantear una versión española del mismo tema. Sólo me viene a la mente ¡Bienvenido, Mr Marshall!, pero sólo por la implicación de todo el pueblo en un hecho concreto...
…¿Alguna sugerencia al respecto?
15 enero 2007
Como un "outsider" profesional
¡Pussey! es la historia de un dibujante de cómic-books que trata de ganarse la vida intentando sacar partido de una de sus pasiones. Dando salida a una creatividad desbordante, inventando personajes y creando diálogos que muestren ese genuino mundo interior que Dan Pussey guarda.
El inicio de la historia nos sitúa ante un niño ensimismado por esa actividad de dibujar sin descanso, un niño que sin sospecharlo se halla en ese punto sin retorno del deterioro de su vida social. Pocos amigos, relaciones amistosas insatisfactorias, rodeado de freaks entre los que no encuentra su sitio…Daniel no sabe cómo dar cauce a sus inquietudes artísticas, hasta que en una convención de cómics aparece del Dr. Infinity, de Infinity Comics Group.
La trama no tendría la más mínima importancia ni trascendencia alguna si no fuera porque la relación de Dan Pussey y su arte con el negocio es lo que marca la trágica realidad de este creador (o artista) y los creadores (o artistas) en general. Como en muchas facetas del arte (música, literatura, dibujo, publicidad…) se abre un abismo entre lo que el artista imagina -con una libertad creadora más bien ficticia- y lo que los jefazos y demás altos cargos le permiten llevar a cabo.
Luego está (perfectamente mostrada) la relación comercial que se genera entre el dibujante (léase, artista) y la empresa (léase, mercado). Dicha relación es tan profundamente hostil y devastadora para nuestro artista que se ve irremisiblemente condenado a una espiral de intentos errados por salir de ahí.
En el caso de Dan esto se ilustra cuando trata de trabajar para otras compañías de cómics, pero le dan con la puerta en las narices porque lo que buscan es otra cosa, otro estilo. Estilo al que Daniel tiene que optar entre amoldarse o largarse. Pussey acaba siempre por regresar al punto de partida (su trabajo en un tugurio, mal pagado y sin sentido). A su vuelta el jefe nunca se enfada, sino que lo recibe diciendo “Por fin te has dado cuenta de que éste es tu sitio y que no debes intentar traspasar esos muros, pues lo que encontrarás no es arte”. Recuerda mucho a una película como El show de Truman, cuando el protagonista se debate entre dejarse convencer y permanecer en ese micromundo creado o no cejar en su intento de salir al mundo real.
Dan sale y entra intermitentemente. Por norma general con más sinsabores que éxitos. Pese a ello, la historia mantiene al lector entretenido un buen rato. Además de jugar con esa cruda realidad, nos asoma a esa lente a través de la cual podemos sentir ese esquizoide perspectivismo que posee el artista. Entre su imaginación y su realidad, entre lo que ve, lo que quiere ver y lo que le dejan ver.
La secuenciación de las imágenes y la elección del motivo en cada una es ya marca de la casa, algo para lo que Clowes parece ser un perfecto arquero.
Uno termina de leer y admirar ¡Pussey! (no sin cierto escándalo) cuando le asalta la idea de que tal vez, solo tal vez, Dan Pussey es un alter ego del propio autor al que ha utilizado para criticar a todos aquellos que usan (usamos) la palabra freaky indiscriminadamente para referirnos a alguien cuya exteriorización de ese mundo interior nos resulta irreverente, atrevida, excéntrica…sin pararnos a pensar en que dicha exteriorización está llena de honestidad, valentía y generosidad. Porque ¿quién se atreve a exponerse sin contemplaciones ante los demás?
Puestos a juzgar, ahora siento cierta envidia del aspecto más heroico de Pussey, de esa inconsciencia que acompaña al “outsiders”*
* Como dice el galerista cabrón que lo trata a patadas.
12 enero 2007
¿Quién dijo que Portugal no tiene Reina?
Mariza irrumpía en la escena musical en 2001 con Fado em mim, un disco que seguía muy de cerca los paradigmas del fado más tradicional, aquel que institucionalizó Amalia Rodrigues. Con ese disco rompió barreras y dejaba ver un arte inquieto y a la vez inteligentemente controlado. Su éxito en Portugal fue clamoroso y consiguió inyectar vida y carisma a la deteriorada imagen del fado tradicional (especialmente entre los jóvenes, que lo asociaban vergonzantemente a la dictadura de Salazar). Y es que esta portuguesa, de madre mozambiqueña, no deja de empaparse de todo lo que le rodea e incorporarlo a su mensaje.
Por ello, Mariza ha jugado con diferentes influencias. Desde lo más tradicional a la bossa nova carioca, desde colaboraciones con Sting hasta José Mercé. Para su último disco de estudio, Transparente, se fue a Brasil (donde ya había vivido 4 años) dejando que la solemne cadencia del fado se viera turbada por esa suave agitación que le imprime la bossa.
La estética de Mariza es el primer impacto que una persona sufre al enfrentarse a su música. Piel tostada, ojos saltones, delgadísima, pelo rubio platino, ondulado, engominado y pegado a la cabeza, faldones clásicos ribeteados por volantes en el cuello, las muñecas, la cintura…collares, medias de red en los brazos y chal negro. Todo ello, junto a una actitud tremendamente confiada en lo que está haciendo. Sólo así se entiende esa seguridad en la escena al cantar y al verla nos sintamos algo así como afortunados voyeurs.
El disco que ahora reseño es una especie de grandes éxitos en directo, pero un directo muy especial. La grabación de Concerto em Lisboa supone para la cantante “Uno de mis mayores sueños se hizo realidad”. Este concierto fue catalogado por la prensa lusa como histórico, del que alabaron el repertorio elegido, el lugar —junto a la Torre de Belém— así como la orquestación y el acompañamiento: la Sinfonieta de Lisboa bajo la dirección del consagrado músico y productor Jacques Morelenbaum. A esta cita asistieron más de 20.000 personas, que se reunieron en este concierto único que supuso el regreso de la artista a Lisboa.
A lo largo de las dos horas de concierto presentó Transparente, pero revisó antiguos temas reorquestados para la ocasión. Así fue posible escuchar algunas canciones como Chuva, María Lisboa, Menino do Bairro Negro o Feira de Castro. Si bien estas canciones ya son clásicos en el repertorio de esta artista, se echan de menos títulos como O silencio da guitarra, Fado curvo o, mi favorita, Oiça lá o senhor vinho. Seguramente fueron cantadas en el transcurso del espectáculo y no incluidas en el material finalmente editado, pero yo las he echado en falta.
Para quienes no acostumbran a escuchar nada de música del país vecino (sea clásica o contemporánea), dejo una definición del fado en palabras de una de sus máximas exponentes:
¿Cómo describirías el fado a alguien que nunca lo ha escuchado antes?
- El fado es un tipo de música emocional, lleno de pasión, tristeza, celos y a menudo sátira. El sonido más característico viene de la guitarra portuguesa, única por su forma, con sus doce cuerdas y una afinación específica. Algunos dicen que es descendiente de la cítara árabe y otros que del laúd inglés. La guitarra portuguesa se acompaña tradicionalmente por la guitarra clásica y el bajo acústico. Estos tres instrumentos acústicos se disponen en el escenario a la manera de la luna creciente. El cantante se coloca en el medio. Hay también un elemento visual muy característico: el chal, que tradicionalmente es negro. (Mariza)
09 enero 2007
En el monte de los Olivos
Cada mañana tempranito cogíamos el camino en una furgoneta que nos protegía del frío, lo cual siempre es de agradecer. Una manía -que yo aplaudo- de mi padre es el llegar al campo y encontrar ramón (ramas secas de olivo) para hacer una lumbre que nos caliente y contribuya a olvidarnos un poco del frío.
Al principio forrados de abrigo hasta las cejas para poco a poco ir desprendiéndonos de esas capas de ropaje.
Comenzábamos y todo era un poco duro. Después de tanto tiempo uno no se acostumbra de nuevo a un trabajo tan físico. Sin embargo he salido indemne, además de con un buen color de piel y una aceptable puesta a punto física.
En esta primera semana de trabajo la cosa no pinta mal. Todo bajo control después de lo vivido, pero pensando en viajar.
Tuve tiempo de hacer algunas fotos como las que siguen: