27 junio 2007

Nada se compara...

...a la leyenda de semillas que deja tu presencia.

Si entre mis preferencias musicales destacan nombres como el mencionado abajo (Tori Amos, Fiona Apple, James...), en la literatura los nombres se diversifican un poco, pero siempre hay dos constantes. Una de ellas es -desde hace mucho tiempo- Espido Freire.
Lejos de intentar asediarla con la retahíla de curiosidades que me podrían asaltar en cualquier otra situación, me limité en un principio a escuchar.
Creo que Espido Freire es la autora que más reivindico junto con mi otra gran pasión literaria: Jeannette Winterson. Y las obras con las que ambos idilios comenzaron fueron más destacadas serían Escrito en el cuerpo (Winterson) e Irlanda (Freire).
La charla tuvo lugar en el Forum de la Fnac. Iba acompañado y algunos juraron que asistirían a la caída de uno de mis mitos literarios. De hecho, se aventuraba que me arrepentiría de haber atesorado prácticamente el total de su obra. (Sí, en casa sólo gozan de sección propia Espido, Jeannette y Daniel Clowes).

El motivo era una charla en torno a Mileuristas, la última publicación de la bilbaína. El motivo era una charla más libre, que abarcó desde trastornos alimenticios (es conocido su compromiso con este tema), al componente fantástico de su literatura (y la literatura en general); desde el oficio de escritor hasta la esperanza que nos queda a los que somos mileuristas.

Este libro es recomendable por varias razones. En primer lugar porque asistimos a un disección muy ordenada de todos los elementos que provocan esta situación de “mileurismo”, y los mileuristas, cuando algunas de ellas tenían lugar, ni nos enteramos o no podíamos prever una consecuencia.

Además, nos permite entender cómo se sucedieron ciertos acontecimientos que en un primer momento podían resultar aislados o no cruciales, pero que finalmente hemos comprobado cómo se encadenaron con otros que sí fueron haciendo que el resultado (o la pelota que se forma al final) sí es considerable.
Tras la primera parte del ensayo -un tanto desoladora porque me ví alarmantemente reflejado- llega la segunda que, una vez ya curado de espanto te resignas y al final te quedas con ganas de más.
¿Por qué espanto? Porque me dio por pensar que de repente todo había sucedido plácidamente mientras nos las prometíamos muy felices...y nunca vienen mal ciertas bofetadas.

En conclusión, la palabras de Espido me transmitieron paciencia, pero especialmente la idea de que hay que ACTUAR.

Como colofón, pude saludarla (fugazmente y mucho menos de lo que me gustaría) y firmó mi libro de Mileuristas y sobre todo uno de los libros que atesoro desde hace mucho tiempo: Irlanda.
Debo agradecer el azar de encontrar ese, la vez que me lo regalaron en pasta dura, a Espido que lo escribió…y años después lo firmó.

Pronto la segunda parte de Mileuristas y una nueva novela. Es curioso esto de la novela. Al acercarme pregunté por eso...y anoche me enteré de que había ganado el Ateneo de Sevilla. Me pregunto si ya lo sabía (¿?).

Ahora ando buscando información acerca de la salida de la novela...¡¡¡Ambientada en la Primera Guerra Mundial!!! Todo esto está siendo muy raro. A ver cuándo sale y la compro.

Mientras tanto, este aviador reparte besos para todos mientras sobrevuela Gyomandrod.