09 febrero 2007

Camarera de mi amor

Todo está oscuro y, de repente, una luz, alguien llega desde atrás, linterna en mano y paso firme. Sube al escenario. Nos ponemos en situación. La acción transcurrirá en 1999, a pesar de que ya han pasado tres años desde que la suerte de Lola cambió (2002 o 2007, ¡qué más da!).

Lola, una camarera sevillana que no pasa por su mejor momento, acude a trabajar como cada noche. Aguanta todo tipo de personajes que se encaraman a la barra del bar. Para colmo de males su ex-pareja decide dejarla y se pavonea delante de ella con otra. Para ponernos en situación, la camarera relata todo tipo de personajes que configuran su día a día. Se queja de todo lo que le ocurre...hasta que estalla y comienza a blasfemar contra todo divino habitante que puebla el reino celeste. Lola está en apuros, por ello acude en su ayuda María Santísima Inmaculada Concepción del Mayor Dolor y Desamparo de los Afligidos...

Comienza la obra con la entrada de la camarera en escena, poniéndonos en situación, parodiando y criticando a toda esa fauna que acude (acudimos) religosamente a bares para matar el tiempo libre. Apunta hacia todos aquellos que, de alguna manera, llevan como estandarte el lema de "el cliente tiene la razón" y puesto que te ganas la vida de cara al público, por indeseable que sean los seres con los que tratas, me otorgo el derecho a "exigir". La primera parte de la obra con la camarera como protagonitsta centra la atención en este aspecto, por ser el que detonará la acción.

Estrella Sublime lleva mucho tiempo guerreando en las salas sevillanas. Se estrenó en 2001 y desde entonces supone una parada obligada dentro de la programación de la Sala Cero (www.salacero.com). La compañía que hace posible esta obra, Bastarda Española, no ha dejado de cosechar éxito con su puesta en escena. Prueba de ello es que en cada vez que la obra se monta, la sala tiene el lleno asegurado.

Yo, como muchos que la vieron una vez, he repetido este año. Me encanta por la simplicidad del montaje: una barra, un biombo y un par de canciones bien seleccionadas y una solvente iluminación. Además, hay que destacar la agilidad y el esmero puesto en el diálogo, que resalta por lo cotidiano y localista. De ahí que la obra entronque directamente con ese tipo de teatro contemporáneo de carácter muy costumbrista, pero con tanto arte que lo hace exultantemente moderno.
Además, ambas actrices, Lola Marmolejo y Marga Martínez, están sembradas en sus respectivos papeles. Yo destaco como momentos más impactantes la aparición de la virgen, la reacción de la camarera y la retahíla de inconvenientes que cada una de las diferentes versiones de la Inmaculada que se aparece en el bar encuentran al desarrollar su milagrosa "labor".

Supongo que el riesgo que corrían en un principio, en una ciudad como Sevilla donde la Semana Santa paraliza y colapsa la vida de la ciudad durante 10 días al año -más los previos, claro está-, es que la propuesta no se entendiera en clave de referencia crítica a esa historia que se puede contar de diferentes maneras. Algunos optan por lo más ceremonioso (procesiones y toda la parafernalia que llevan aparejadas), otros por un lado más crítico y guasón que toma la vida, obra y milagros de Cristo y demás santos como ese cuentecito que escuchamos desde pequeñitos. Afortunadamente se puede comprobar que la obra goza de gran tirón y hay ganas de reirse.

Por eso, si te apetece pasar un buen rato y asistir a una obra hecha desde el mayor desenfado y con su puntito crítico-sarcástico, no puedes de visitar ese bar (Estrella Sublime) donde cada viernes, sábado y domingo del mes de febrero se aparecerá Macu entre las 9 y las 11 de la noche.
Advertido/-a quedas, ahora ya corre de tu cuenta el perdértela o ser testigo de dicha aparición.

Moraleja: Nunca desdeñes a la persona que trabaja detrás de la barra de un bar, nunca sabes cuándo va a cambiar el curso de tu vida.