12 febrero 2007

Dios no sería nada sin el Diablo

Adelante, lector! ¿Quién te ha dicho que no puede haber amor verdadero, fiel y eterno en el mundo? ¡Que le corten la lengua a ese mentiroso! ¡Sígueme, lector, a mí, y sólo a mí, y yo te mostraré ese amor!"

Un libro que me gustaría mencionar es El Maestro y Margarita. Se ha convertido en uno de mis libros más apreciados. Como pocos consigue engancharme y admiro esa cuidada estructura narrativa que defiende.

Tan simple como que un día, entre todos los que hay en la eternidad, el Diablo se presenta ante todos los personajes que integran la élite literaria y teatral del Moscú de los años 30. ¿Por qué a ellos? Porque en su mayoría sostienen, defienden y alardean de ser ateos y niegan la existencia de Dios y, en consecuencia, del Demonio.

Satanás, Lucifer, Fausto, Voland (el nombre más utilizado) llega a Moscú con todo su séquito. En su periplo por la ciudad rusa visitará a esa galería de culturetas, bien situados entre la alta burguesía -especialmente la dedicada a los negocios teatrales- y con gran acierto cuestionará todos sus valores.

Dejará a un lado toda clemencia y tratará con severidad a todo aquel que ha osado llevar una vida ajena a cualquier consideración por Dios y el Diablo. Además, según la preceptiva cristiana, dado que llevan una vida mentirosa, usurera, carroñera, holgazana...les está bien empleado.
La obra tiene dos partes claramente diferenciadas y desarrolla tres líneas argumentales que se entrelazan en perfecto equilibrio. La acción arranca en un caluroso día de primavera. Accedemos a la vida de esos personajes. La novela desgrana el momento previo a la aparición de Voland (el Diablo) en sus vidas, así como todo lo que se refiere a la visita y a sus consecuencias.
La novela de Bulgakov entronca directamente con un episodio bíblico: el juicio de Poncio Pilatos a Jesús de Nazaret. Tomando como patrón el esquema de estas secuencias bíblicas -ocurridas en el año 33- el Diablo juzgará a todo burgués repelentoide que se le cruce en el camino. El juego de identidades no está del todo claro en esta novela. Es cierto que durante mucho tiempo se trató de asociar la figura de Stalin con el Poncio Pilatos de la obra, pero con el tiempo, la tercera esposa de Bulgakov -única guardiana del manuscrito a partir de la cuarta corrección- desmintió tal asociación.

En lo referente a Mijaíl Bulgakov se puede señalar que nació en Kiev, escribió en ruso y siempre fue tomado como un autor soviético. Comenzó esta obra en 1928 y no la pudo dejar terminada, pues le sobrevino la muerte en 1940. Su tercera esposa la terminó en 1941. Su tercera -y última- mujer, Yelena Shilovskaya, fue quien custodió el manuscrito durante los años posteriores a la muerte del autor, y quien finalmente lo dispuso para su publicación definitiva. Hay que mencionar que la primera vez que El Maestro y Margarita sale editada es en 1966.

Insisto en que la obra hace un recorrido por la élite literaria moscovita. La ataca y la ridiculiza con la descripción. Bulgakov fue un autor de gran éxito sobre todo en narraciones cortas y más particularmente en el mundo del teatro. Destacaría la solvencia y agilidad en su diálogo, el cual consigue dibujar a sus personajes mediante trazos muy precisos. Además proyecta en el lector toda esa carga de contenido que no se expresa de un modo verbal, pero que se desprende claramente de lo dicho.

Es cierto que Mijaíl Bulgakov tuvo muchos problemas por su disidencia con el Régimen stalinista. Todos sus hermanos habían emigrado, pero siendo ya un autor conocido, al escribir una carta solicitando el permiso para emigrar:
"Considero que, como escritor, tengo el deber de luchar contra la censura, y me refiero a cualquier tipo de censura ejercida por cualquier tipo de gobierno. Asimismo tengo la obligación de defender la libertad de prensa. El escritor que afirme y trate de probar que puede seguir escribiendo en donde no existe la libertad de creación, es como el pez que declarara públicamente no necesitar del agua para seguir existiendo".

Recibió una llamada del propio Stalin que direcamente lo interrogó. No pudo irse. A cambio -como premio- entró en la dirección del teatro (experiencia que la novela refleja al dar cabida a todos los estratos del Teatro Varietées). A partir de aquella solicitud no vivió tranquilo. La vigilancia al autor por parte del KGB fue asfixiante.

Debes leer esta novela, más que nada porque tú y yo sabemos que Dios no sería nada sin el Diablo.