15 mayo 2007

La Complicidad de los Miembros


84 Charing Cross Road es uno de esos libros de culto que se prestan los amigos unos a otros y transforma a sus lectores en una especie de miembros de una sociedad secreta.

Es sensacional que una persona pague por un libro y ese mismo libro pase por tantas manos, cuyos diferentes tactos pasan páginas y leen con avidez una misma historia. Una misma historia abordada desde diferentes perspectivas y maneras de entender la vida. Sucede pocas veces, pero cuando ocurre es realmente emotivo que esas ópticas tan distintas coincidan y con el tiempo se genere un vínculo entre los lectores, permaneciendo así asociado un momento a una obra en concreto.


El libro al que me refiero es 84 Charing Cross Road, de Helene Hanff. Una autora norteamericana, fanática de los libros antiguos y lectora compulsiva, que nos muestra a través de cartas la relación entre ella y un librero londinense durante más de 20 años. La obra de Hanff está estructurada con una base de cartas en las que la protagonista (también autora) se remite a una librería de Londres para pedir obras descatalogadas, extrañas, rarezas poco editadas, primeras ediciones...Unas peticiones que la convierten en una lectora de “gourmet” y que muestran en cada una de sus misivas su pasión por los libros y ese fervoroso deseo de que le llegue alguno.

Con Helene asistimos a ese deseo que baila en cada uno de nosotros cuando esperamos algo con toda nuestra ilusión. Cuentas los días para que ese paquete desembarque en casa vía postal y puedas iniciar ese ritual de desembalaje. Algo sólo reservado a las personas verdaderamente deseosas de tener entre sus manos el objeto tan preciado. En este caso se vuelve mucho más romántico, pues las condiciones que establece la lectora acotan mucho la disponibilidad de los libros. Éstos han de ser de segunda mano, pero en perfecto estado y a ser posible no deben estar anotados -es decir, los quiere LIMPIOS, algo que en un libro es un valor preciado-.


De otro lado está la profesión de librero. La persona que se encarga de asistir las peticiones de Hanff, de buscar cada volumen o proponer alternativas. Supone el reto de poder conocer la obra requerida y saber cómo buscarla. Carta a carta vamos descubriendo la apacible vida en Londres del librero, los cambios de trabajo de la escritora americana, entresijos del día a día…Carta a carta la complicidad de la neoyorkina con la librería se extiende no solo a Frank, sino también a otros miembros de la librería.

A través de toda la correspondencia sabremos de sus vidas a lo largo de más de 20 años.
En una carta Frank le comenta a Helene: Querida Helene, aquí seguimos cada día trabajando más, un poco más viejos…pero igual de pobres.

"El Newman llegó hace ya casi una semana y ahora comienzo a recuperarme de la impresión. Lo tengo junto a mí todo el día, en mi mesa de trabajo, y de vez en cuando paro de escribir a máquina y algo la mano para tocarlo. No porque sea una primera edición, sino porque jamás he visto un libro tan bello. Saberme su propietaria me inspira un vago sentimiento de culpabilidad. Un libro así, con reluciente encuadernación en piel, sus estampaciones en oro y su hermosa tipografía debería estar en la biblioteca revestida de madera de una casa solariega en la campiña inglesa, y está pidiendo ser leído junto a la chimenea por un caballero sentado en una butaca de cuero…"