02 mayo 2007

Tras el Santo Grial

Me ha costado muchísimo encontrar este libro. Creo que llevo como cuatro años tratando de hacerme con algún ejemplar. Lo busqué en bibliotecas, en librerías de viejo (las que venden libros antiguos), he pisteado todo tipo de webs que venden libros en internet...y nada. Hasta que finalmente una de ellas ofrecía algo, pero debía superar un límite de cantidad (gastos de envío aparte, por supuesto).

Tuve un regalo muy emocionante en Reyes, era la edición de bolsillo original en inglés. Todo el mundo que me hablaba de este libro comentaba siempre que lo único que se encontraba es la edición en inglés. Fue un regalo precioso y yo encantado. Además, comencé a leer en inglés. No me dio pereza el sentirme un poco "lost in translation" cuando oía hablar de Napoleón y su cocinero. De guerras y la afición de Josefina por las flores. De alguna manera esperaba hacerme con la edición en español y cerciorarme de que lo que leía era correcto. Y lo era.

Hace poco, en una página de libros, pujé por La Pasión y lo conseguí, lo cual ha sido más que una odisea. Sin embargo, debo decir que la rapidez fue lo nunca visto (32 horas de que hiciera el pedido).

Todo este periplo de búsqueda de mi "santo grial" particular sucede porque es un libro que se editó por última vez en el año 1991 y ahora -incomprensiblemente- no hay quien apueste por una autora como Jeanette Winterson. Me costaba creerlo, pero es así. Es mucho más rentable La catedral del Mar, pero hablemos de literatura.

Mi adorada Winterson no había conocido una reedición desde entonces. Es cierto que conoció un "boom" en el momento en que se publicó (a mediados y finales de los 80) pero se esfumó pronto.

Hubo posibilidad de nuevas reediciones a principios del nuevo milenio (con un nuevo libro en boga, esta vez era "Escrito en el cuerpo").

La Pasión (el objeto de mi búsqueda) bucea en un sentimiento tan primario como indeterminado. Mueve hilos de dos historias muy simples que se cruzan y tejen un tapiz tan exacto que la historia en su final resulta mágico y real, idealista pero coherente.

Dicen que a Napoleón le volvía loco la carne de pollo, casi tanto como Josefina. A mí me ocurre lo mismo con Winterson, su obra es para mí el bocado más exquisito y en este caso uno de los tesoros que guardaré entre los más preciados.