25 julio 2008

Voy a embrujarte...

He leído tanta tontería sobre este disco que tengo que destacarlo por fuerza en el blog. En primer lugar por las fotos, por el sonido y por el resultado de lo que ha salido de esta experiencia en solitario (¿?) de la Spiteri.

Los comentarios hacia el disco han ido dirigidos sobretodo al hecho de que parezca que está aprovechando el tirón que tiene ese revival de ritmos, melodías y letras del pasado. En el caso de la Winehouse sería algo así como Billie Holliday o Etta James. En el caso de la Spiteri las conexiones miran hacia Gainsbourg, Birkin, Diana Ross y las Supremes o en algún que otro corte a la siempre moderna Nancy Sinatra.

Al margen de las tendencias está la propuesta que hace. Es cierto que a Amy le ha salido bien (perfecto diría yo) pero este éxito se ha visto extremado por el hecho de ser la primera en hacerlo. Un avispado productor ha marcado las pautas para cantar las canciones con un estilo más clásico. El secreto es que la actualidad la confiere la letra y la música bebe del pasado. Esta unión hace que parezca algo nuevo, pero familiar. Éxito asegurado.

En el caso de Sharleen ha sido semejante. Letras que hablan de desamor en su mayoría, pero cuyo enfoque se ve revestido de coraje cuando se afronta de esa manera tan mesurada y sincronizada. No ha necesitado de un "Bril Building" (factoría Motown) ni de un Phil Spector particular, pero las comparaciones no se han hecho esperar. Comparaciones que para los superficiales han sido más que suficiente para catalogar el disco como algo malo, poco arriesgado y que hace equilibrios sobre un terreno muy trillado. ¿Verdadero o falso? En mi opinión ni lo uno ni lo otro. Ha hecho lo que le ha parecido aprovechando un momento clave en el que parece que se acepta (o se consume) mejor algo con cierto regusto (en otro momento algunos lo habrían llamado tufo) del pasado.

Se ha tratado de establecer un paralelismo entre Duffy (y su Rockferry) y Sharleen Spiteri (y Melody). NO, de ninguna manera. Duffy es un producto (que diría Mejide), Sharleen (aunque sólo sea por los años, que algo harán) posee la actitud, la estética, la experiencia, la voz y en definitiva el talento para demostrar que se mueve con soltura y eficacia en un terreno que le resulta familiar y lo tiene perfectamente interiorizado. Algo que no se puede decir de Duffy, cuyo debut contiene 2 canciones que se dejan escuchar.

La música ha de disfrutarse. Sharleen te brinda la oportunidad de disfrutar de "Melody", un trabajo repleto de momentos álgidos (algo difícil de conseguir). La sensación es parecida a escuchar "I hear a simphony" o "The happening" de las Supremes, hay que dejar que la música actúe y si te gusta continuar saciándote con ese sonido.